martes, 10 de octubre de 2017

Hadara, el niño avestruz

Había una vez un desierto tan inmenso que era el espacio mismo. La vida era dura, pero amable para quién sabía  escuchar el viento, conocer las estrellas o interpretar las nubes. 

En la arena de esas dunas vivía Hadara, un niño de dos años inquieto, curioso y alegre. 

Cierto día, cuando viajaba con su madre buscando pasto para sus camellos, les sorprendió una tormenta de arena...

El llanto y la desesperación de la joven Fatma no lograron atisbar al pequeño. Durante una semana le buscaron entre las inmensas fauces del desierto. 

Después, se prepararon para el duelo.

Mas Hadara no había muerto. Una hembra de avestruz lo adoptó como polluelo, ofreciéndole refugio y alimento. Así pasarían los días, que pronto se convirtieron en años. 

El pequeño sobrevivió durante 15 años entre la manada de aves corredoras, adaptándose a su particular forma de vida.

Mientras tanto, entre los pastores comenzaron a circular rumores acerca de un ser extraño que acompañaba a la manada de avestruces.

Pronto se organizarían cacerías con el objetivo de capturar a la extraña criatura. Finalmente, lograron atraparlo en algún momento del año 1910. 


Cuentan que logró reincorporarse a la vida entre humanos, aunque nunca olvidó del todo algunos tics de su larga convivencia con las aves. Casado y con dos hijos, llegó a ser un notable discípulo del sabio sufí Chej Malainin. 

Aunque su historia parece un cuento, el niño avestruz del Sáhara existió realmente...

¡Feliz semana!

No hay comentarios:

Publicar un comentario