jueves, 1 de septiembre de 2016

La mujer persa en la antiguedad

La mayor parte de las fuentes historiográficas de los autores clásicos griegos (como Herodoto) presentan una visión preconcebida del papel de la mujer en la sociedad persa. 

Influenciadas por el papel que la mujer ejercía en su propia sociedad, nos han ofrecido, sin embargo, información abundante, de manera indirecta, acerca de su papel en la economía. 

Además, gracias a las tablillas descubiertas en Persépolis (509 y 438 a.C.) o a los archivos de la casa de Murasu, en Nippur, se han podido ampliar algunos datos.


Así, estos archivos nos hablan de mujeres propietarias, arrendadoras y de su importancia como testigas validadoras de las transacciones. En las tablillas aparece una gran variedad de empleos femeninos: artesanas, productoras de vino, músicas, fabricantes de pelucas y barbas postizas, etc.

La posición de las mujeres era significativa: la dote pertenecía a ambos cónyuges y en caso de divorcio se devolvía a la esposa. La herencia se repartía entre hijos e hijas equitativamente y la mayoría de los negocios funcionaban con equipos en los que se mezclaban hombres y mujeres, siendo, aveces, el jefe una mujer. 


Recibían diferentes títulos, seguramente según el nivel de responsabilidad desempeñado. El rango más alto que aparece en los textos, referido a una mujer, es el de Arashshara (literalmente “gran jefa”).

¿Recuerdas quién es Arashsahara?


Gracias por estar ahí.


El contenido de esta entrada se ha obtenido de "Mujer, trabajo y economía en el Imperio Aqueménida", de Manel García Sánchez. Disponible en:
http://roderic.uv.es/bitstream/handle/10550/27170/289-311.pdf?sequence=1

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